El barco se va,
el río se estremece,
y yo en el muelle.
Baja la bruma,
silencia los contornos,
de los cipreses.
La araña espera,
con sabia indiferencia
sueña su tela.
La telaraña,
diamantes de rocío,
brilla en el pino.
Un arco iris
en cada filamento,
la luz del alba.
Diez mil violetas,
perfumando la sombra,
junto al arroyo.
Miro mi sombra
que avanza en el camino
luz de mis pasos.
El mundo entero
me cabe en el bolsillo
esta mañana.
Marcela.
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